Viajeras extraordinarias

En 1890, Jules Verne pensaba no estar «dotado para los personajes femeninos». Sin
embargo, el escritor imaginó una galería de retratos sorprendentes y variados: jóvenes
románticas y enamoradas, patriotas heroicas, aventureras emprendedoras, esposas dominadoras,
madres abnegadas, espías astutas y despiadadas, mujeres-fantasma fantasmagóricas.
Estas heroínas aprovechan la oportunidad que los nuevos tiempos abren
para las mujeres, escapando así de la sociedad rígida, jerarquizada e hipócrita, a menudo
descrita en la literatura del siglo XIX.
Audaces y decididas, manifiestan un sorprendente deseo de aprender. Varias decenas de
mujeres valientes, inteligentes, intuitivas y desinteresadas que, sacudiendo la mentalidad
burguesa dominante, parten a la aventura por todo el mundo. Tienen un verdadero
papel, un compromiso físico, amoroso, social, ético o político. Constituyen un estímulo
para el hombre y oponen, a la razón y al deber, la fuerza de los sentimientos y de las emociones.
Sin ellas, sin sus personalidades ricas y matizadas, al ciclo de los Viajes Extraordinarios
le habría faltado la dimensión emocional que humaniza el aspecto mecánico y el
espíritu de conquista geográfico y científico de los viajes en masculino.
A lo largo de sus aventuras y de los grabados que las acompañan, estas viajeras extraordinarias,
modernas y entrañables, nos hacen descubrir un Jules Verne muy desconocido,
en el que resuenan nuestras preocupaciones contemporáneas sobre la igualdad entre
hombres y mujeres.